Más que una mesa...


Cuando llegas a cualquier restaurante ya sea de cadena comercial o un premium, en la recepción, invariablemente, siempre pedirás “me da una mesa para 5” (ejemplo). La Hosstes en turno, y según los protocolos de cada establecimiento, te dará tiempo de espera o te asignará la mesa según sea el caso, el mesero te ofrecerá la carta y tú ordenarás bebidas, entradas y platillos fuertes, comerás los platillos y platicarás en su caso si te gustaron o no, harás sobremesa con los que compartiste la misma y te retirarás. 

Pasado el tiempo, rara vez recordarás ese restaurante por lo que comiste, o por cómo estaba montada la mesa, más bien, recordarás aquel establecimiento por la compañía, la conversación, o incluso algún negocio cerrado en ese lugar.

De acuerdo con la Cámara de Restauranteros de la CDMX, este proceso dura en promedio de 45min a 1 hora, y hago mención de la Ciudad de México ya que es la entidad en el país que mayor número de comensales genera en relación con la cantidad de restaurantes que tiene, y la alta rotación de mesas que tiene cada uno de ellos.

Estoy convencido que la diferencia de una buena experiencia culinaria del cliente o comensal, en cualquier restaurante, está en que al salir se diga a sí mismo: “¡Uf! Qué bien la he pasado en este lugar”, lo cual es distinto a: “¡Uf! Qué bien he comido en este lugar”, y ahora explico por qué.

Comer bien significa que el platillo que probaste te ha gustado, pueden haberte fascinado esos molletes de aquella cadena comercial, pero el lugar no dejó nada en ti, no tomaste en cuenta la mesa, la decoración, el ambiente, el servicio, etc.

En cambio, cuando tú dices “¡Qué bien la pase en “x” lugar!”, trae justamente un conjunto de elementos como la vista, montaje del restaurante, el diálogo con los meseros, hosstes, ayudantes, capitanes, someliers y gerente.

Si de platillos hablamos, el menú maridaje es un lenguaje del chef hacia su comensal; y si cualquiera de estos factores llegara a fallar a excepción de la comida, entonces te dirías a ti mismo: “Comí bien”. Así, a secas.

Esa sensación, sentimiento y expresión para nosotros, en Bodegas de Cote, no es aceptable.

Cuando llegues a una de nuestras mesas, ya sea en el Bistró o en el Restaurante, y tengas que decidir entre pedir a nuestra carta fija o el menú maridaje, que cabe mencionar, cambia cada semana. O decidirte por los salones o terrazas, con sus montajes perfectos, manteles blancos y planchados, cubertería pulida y brillante, así como la decoración de los libreros con el mejor adorno que puede haber en un viñedo: EL VINO DE COTE, o los paisajes espectaculares de los viñedos, jardín, lago, la Peña de Bernal; y te des cuenta que han pasado 2 horas de más de lo que tenías planeado de tu visita al viñedo y no te importe, llegues a tu lugar de origen y reanudes tus actividades normales y recuerdes varios días después “¡Qué bien me la pase en Bodegas de Cote” y te pregunten, “¿Por qué dices eso?”, entonces contestes “Por todo”, entenderás la idea que quiero expresar con el título de este artículo.

​Todo lo anterior descrito, lo tenemos en cuenta todos los que laboramos en Bodegas de Cote, desde los stuart de limpieza, hasta el director. Por lo que se han hecho protocolos de servicio para que desde que entres al estacionamiento hasta que te retires te lleves a casa al viñedo y sus instalaciones en el corazón y en la mente.

¿Has sentido alguna vez esta sensación al visitarnos? O, ¿aún no nos conoces? ¡Visítanos! Estamos en Ezequiel Montes, Querétaro. ¡Te esperamos con los brazos abiertos y una copa de vino! 😉


Autor: Moisés Gómez